Aunque sólo se conserva un tramo de la muralla del poblado de S’Illot, es muy posible que rodeara todo el poblado. La técnica constructiva de dicha muralla es la típica de este periodo. Ésta consiste en un muro externo compuesto por una hilada de grandes piedras (ortostatos) colocadas verticalmente sobre un zócalo de piedras escuadradas, las cuales se asientan directamente sobre la roca madre. El relleno y el paramento interno de la construcción se realiza con piedras más pequeñas. El estado actual de las investigaciones sobre la muralla impide discernir las razones por las cuales no se conserva completamente. Puede que no se haya preservado hasta día de hoy, o puede que nunca se llegara a completar la obra. En cualquier caso, la muralla de s’Illot tendría múltiples funciones que irían desde la propiamente defensiva y de representación social (demostración de fuerza), hasta la de elemento de organización urbana, delimitando y cerrando la parte neurálgica del poblado. Tradicionalmente este tipo de construcciones se consideran propias de la transición hacia el postalayótico (500-123 aC), momento en que se habría producido un cambio generado por un clímax de inseguridad y creciente jerarquización social. En el caso de s’Illot, los sondeos y dataciones realizados en la campaña de 2016 apuntan a que la construcción se habría erigido con posterioridad al siglo IX aC, y que habría sufrido al menos una reforma o remoción durante la Antigüedad tardía (c. 500-800 dC).